La ardua tarea de Victoria Villarruel después de la guerra que Javier Milei le declaró a los gobernadores
La fallida ley de Bases fue un parteaguas político en el Congreso que se agigantó con la guerra declarada contra las provincias.
Sin dudas la jornada del martes pasado, en la que quedó expuesto el amateurismo político de La Libertad Avanza, será uno de los hitos recordados del Gobierno de Javier Milei. Pasado este episodio el oficialismo deberá reordenar las fuerzas de la política en el Congreso para que la oposición no le de un golpe de lleno al mentón del León y le marque el rumbo del Gobierno.
La que empezó esa tarea fue la vicepresidenta Victoria Villarruel desde el Senado. Alejada del presidente (vaya dejá vú), la titular del Senado busca contener a los bloques provinciales para que no terminen de torcer la cancha y así poder sostener esa mayoría de 39 legisladores que evitan que el kirchnerismo domine la Cámara alta.
El encuentro que tuvo el miércoles con representantes de "la oposición amigable" fue una especie de "control de daños". Según pudo reconstruir MDZ, en ningún momento Villarruel, cada vez más distante de la Casa Rosada, defendió la ¿estrategia? que plantearon los funcionarios del Poder Ejecutivo con la ley ómnibus. La vice se limitó a escuchar el análisis que habían hecho los senadores de lo que pasó en Diputados. Sólo en un momento dio a entender que este es un nuevo gobierno, de un espacio que tiene muy poca trayectoria.
Villarruel tiene más motivos que el titular de Diputados, Martín Menem, para contener a los diputados provinciales. El kirchnerismo en la Cámara alta tiene 33 bancas y queda a cuatro de las 37 que se necesitan para marcar la mayoría. A esta dificultad se suman las declaraciones de funcionarios de la Casa Rosada contra los gobernadores, y la eliminación del Fondo Compensatorio del Interior, que alejan aún más a los bloques provinciales del oficialismo.
"Mientras Milei siga dándole así a las provincias ningún senador va a poder votar algo con La Libertad Avanza, por más que sea algo que estén de acuerdo", razonó un hombre del peronismo en el Senado. "Es cuestión de darle tiempo y buscar el momento justo para dar vuelta los números", reflexionó.
En paralelo, el interbloque peronista que conduce el formoseño José Mayans insiste con un nuevo pedido de sesión especial para rechazar el decreto de necesidad y urgencia (DNU) 70/23 el próximo jueves 15 de febrero. Además, en la convocatoria remarcan que la ley 26.122, la que regula el uso de los DNU, habilita al Congreso a aprobarlos o rechazarlos por más que estén en el periodo extraordinarios.
Si Javier Milei no quiere que el Senado rechace el DNU debe sí o sí mejorar su relación con las provincias. La Libertad Avanza tiene solo 7 legisladores en la Cámara alta. El peronismo tiene una pecera lo suficientemente amplia para conseguir las cuatro voluntades que le faltan. El gobierno de Misiones tiene dos bancas, Carlos Arce y Sonia Rojas; el de Neuquén tiene una, Lucila Crexell; el de Río Negro, Mónica Silva; el de Santa Cruz, José María Carambia y Antonio Gadano.
La sesión para rechazar el DNU en el Senado es cuestión de tiempo. Villarruel puede insistir con rechazar la convocatoria, pero a partir del primero de marzo ya no tendrá argumento y deberá aceptar la sesión que pidan los legisladores. Si para ese momento, la Casa Rosada no da un guiño a los gobiernos provinciales, para el peronismo no va a ser tan difícil de tentar a por los menos cuatro de estos senadores.
No lo harán, llegado el caso, sólo por amiguismo político, algo que no existe. Si no porque también tendrán la intención de impulsar leyes que beneficien a sus provincias y contar con una base de 33 senadores resulta tentador. Una vez que el peronismo consiga abrir la eventual sesión con el quórum de 37 senadores casi que no tendrá obstáculos en aprobar el rechazo. Muchos de los que no quieren quedar pegados al voto kirchnerista, radicales principalmente, consideran abstenerse en ese momento.
El panorama en el ala norte del Palacio Legislativo es más bien distinto. Todavía no hubo comunicación entre el despacho de Martín Menem y la UCR y Hacemos Coalición Federal, el bloque de Miguel Pichetto. El riojano está convencido que varios diputados de estos bloques "lo traicionaron", al votar algo distinto de lo que habían anunciado en las reuniones previas.
Sin embargo, según pudo verificar MDZ, en ningún momento el oficialismo se encargó de realizar ese poroteo para ver bien cuántos diputados tenía para cada artículo. Eran Emilio Monzó (HCF) y el secretario parlamentario de la UCR, quienes llevaban la cuenta con una planilla de cuántos votos podían aportar.
Si los rencores en política duran seis meses, como alguna vez dijo Cristina Kirchner, el riojano deberá acelerar los plazos los que considera traidores, bolsa en la que no mete a Miguel Pichetto que votó todo a favor, para conformar las comisiones. La intención es repetir la estrategia con la que se conformaron las tres comisiones que intervinieron en la fallida ley ómnibus, armar una mayoría no kirchnerista 158 diputados con libertarios, radicales, del PRO, de Pichetto y todo lo que no sea Unión por la Patria, para que el bloque de Germán Martínez no bloquee el trabajo en el Congreso.
Igualmente, por estas horas, todas estas especulaciones quedan muy lejanas. Las heridas que dejó el fracaso de la ley ómnibus y el amateurismo político que mostró La Libertad Avanza necesariamente van a reacomodar las fuerzas en el Congreso, aunque muchos de los legisladores con más experiencia ya dan por hecho que Javier Milei seguirá gobernando sin llevar al Parlamento casi ningún proyecto que considere importante.
MDZ