En dos meses ya son once los funcionarios que renunciaron o fueron desplazados del Gobierno nacional
Durante esta jornada presidente le pidió la renuncia al titular de ANSES y la secretaria de Energía. La lista amenaza con seguir creciendo. Entre ellos figuran un ministro, directores y subdirectores.
Javier Milei le solicitó la renuncia al titular de la Anses, Osvaldo Giordano, y a la secretaria de Minería de la Nación, Flavia Royón. Con su salida, ya son once los funcionarios que renunciaron o fueron desplazados en los dos primeros meses de Gobierno. La fuga comenzó a menos de una semana de la asunción del libertario, cuando Eduardo Roust -quien iba a ser designado subsecretario de Medios- anunció que abandonaba el barco. La tendencia llegó a los cargos más altos: al ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, lo echaron a fines de enero en medio de un escándalo. Aunque en los papeles todavía está en el cargo "por cuestiones administrativas", su salida es irreversible.
Milei quiere dejar afuera a todos aquellos que -a sus ojos- frustraron la sanción de la ley ómnibus. El títular de la Anses es un exfuncionario de Juan Schiaretti de Córdoba. Su esposa, la diputada Alejandra Torres, votó incisos en contra del proyecto oficialista y eso fue suficiente para que el presidente lo pusiera en la lista negra. Algo similar sucedió con la secretaria de Minería, que responde al gobernador salteño Gustavo Sáenz, también apuntado por el Gobierno.
Por eso es probable que Giordano y Royón no sean los últimos de la lista de los desplazados. Los corobeses Daniel Tillard (Banco Nación) y Franco Mogetta (secretario de Transporte) responden al gobernador Martín Llaryora y, al parecer, también están en la cuerda floja.
Entre los once renunciados y los desplazados y sus allegados se hacen todo tipo de interpretaciones sobre la gestión de Milei, pero hay tres palabras que -con matices- se repiten: improvisación, paranoia y desconocimiento. Desde Presidencia evitaron responder detalles sobre cada uno de los corridos, pero el jueves 8 por la tarde sí contestaron sobre las versiones que le daban salida a los funcionarios cordobeses: "Por ahora no hay renuncias", había sido el mensaje. Un día después la cuenta oficial de presidencia en X publicó el comunicado.
"La crisis económica herdada y el momento histórico actual requieren funcionarios públicos comprometidos con la modernización, simplificación y desburocratización del Estado. Quienes asumen la responsabilidad de un cargo público deben comprender la dura realidad que enfrentan los argentinos, y defenderlos del constante ataque de aquellos que pretenden sostener sus privilegios a costa del hambre y del pueblo", argumentaron desde Presidencia.
Funcionarios, afuera
Pasaron dos semanas desde que se supo que Milei había corrido a Ferraro. Desde el Gobierno dejaron trascender que el motivo fue que el exministro había filtrado "datos sensibles" a la prensa. En concreto, de acuerdo a esta versión, él habría sido quien reveló que en una reunión privada de ministros el presidente dijo que iba a dejar "sin un peso" a los gobernadores que no apoyaran la ley ómnibus.
Ferraro decidió no hablar del tema. Es más, consensuó con jefatura de Gabinete tomar una licencia hasta que esté listo el decreto de reestructuración del ministerio. El área, en el corto plazo, pasará a estar en la órbita de Luis Caputo, en el ministerio de Economía. Mientras tanto, su firma está en manos del ministro de Seguridad, Santiago Cúneo Libarona.
Las personas que están cerca de Ferraro cuidan sus palabras. Nadie quiere decir algo de más. Pero no logran esconder su indignación. "Es una persona que tenía un montón de proyectos y lo que se dijo fue una mentira burda. Él nunca habla con periodistas. Pero el tiempo va a acomodar las cosas y se va a saber qué pasó", deslizan.
La versión no-oficial que circula con más fuerza es que la caída de Ferraro -quien se encargó de la fiscalización de La Libertad Avanza en campaña- fue la consecuencia de una interna con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, con quien disputaba áreas de trabajo.
El traspaso de Infraestructura a Economía, de todas formas, no termina de convencer a todos, incluso a alguno de los miembros de la pequeñísima mesa de confianza de Milei, quienes se preguntan si es conveniente que Caputo se convierta en un súperministro.
Una de las últimas renuncias fue la de Ricardo Schlieper a la subsecretaría de Deportes. El 31 de enero, el funcionario escribió en X que tomaba la "decisión personal" de alejarse "para darle la libertad de elegir su gente" a Daniel Scioli, quien se acababa de ser designado como secretario de Turismo, Ambiente y Deporte.
Schlieper, hombre del PRO, se desempeñó durante 30 años como representante de futbolistas. Fue candidato a intendente de Rosario en 2011 y luego integró la lista de diputados que encabezó Patricia Bullrich. Cuando asumió Milei, se aseguró que lo había llamado el ministerio del Interior, Guillermo Francos. Sin embargo, quienes lo conocen aseguran que su nombre fue sugerencia de Mauricio Macri.
Desde el entorno de Scioli aseguraron que el desembarco del peronista a la secretaría no fue lo que determinó su renuncia: "Se llevan bien. Es más, se habían reunido", dijeron. Su salida generó incertidumbre y aún no hay nadie en su lugar.
La idea de que se iba para que el nuevo secretario eligiera a su gente también es puesta en duda por las mismas fuentes. "Este es un lugar que se le dio a Macri", subrayaron. Por estos días trascendió que el elegido podría ser el exintendente de La Plata, Julio Garro, aunque en su entorno dicen que "aún no hay nada de eso".
La salida de las máximas autoridades de la Superintendencia de Servicios de Salud tuvo cierta gracia -si no fuera porque se trata de un área cuyo buen funcionamiento es clave para el control y regulación de los millonarios fondos de las obras sociales-. Enrique Rodríguez Chiantore (exsuperintendente) y Nicolás Striglio (gerente de Control Económico y Financiero) se enteraron que estaban afuera cuando su desplazamiento fue publicado en el Boletín Oficial.
"A la mañana tenía varios mensajes que decían: ?Lo siento mucho'. Después abrí el Boletín Oficial y me encontré con la noticia", relató Chiantore en radio Rivadavia AM630. El exfuncionario contó, además, que la única explicación que recibió fue un mensaje de WhatsApp de Mario Lugones, asesor de Posse. "Me dijo: ?Puedo hablarte cuando quieras, pero las cosas tienen su dinámica así que hicimos cambios en la Superintendencia".
Fuentes allegadas a los exfuncionarios sumaron que desde el Gobierno les hicieron llegar la versión de que la decisión se tomó porque "no estaban alineados" aunque ellos, al día de hoy, reniegan de esa idea. La salida de Chiantore y de Striglio provocó que el área cambiara de golpe y buena parte del equipo que los acompañaba presentó su renuncia en los días siguientes. Se fueron los responsables de áreas clave como Económico financiero, Delegaciones, Sistemas, Discapacidad y Secretaría General. La nueva administración, por otro lado, le pidió la renuncia al encargado de Gerencia de Gestión Estratégica.
Gabriel Gonzalo Oriolo y Claudio Adrián Stivelman asumieron como máximas autoridades del organismo. En designaciones, aseguran fuentes que conocen el organismo, tuvo una influencia clave Lugones, una persona que comienza a mencionarse con cada vez más frecuencia en áreas de salud. Su nombre hace referencia a Posse, pero también tiene una conexión con Caputo.
Lugones -presidente de la Fundación Sanatorio Güemes- comparte directorio en la Consultora Nueva Buenos Aires junto a Enrique Carlos Nosiglia y Alexis Hoffman, uno de los dos hombres que quedó al frente de Anker, la consultora del ministro de Economía.
Lugones, que participó de reuniones clave de Gabinete en el inicio de la gestión, también fue quien llamó por teléfono a David Aruachan y le pidió que presentara su renuncia a la Agencia Nacional de Discapacidad.
Allegados a Aruachan aseguran que el exfuncionario se sorprendió con la noticia. Desde el Gobierno le dijeron que las razones tenían que ver con que rechazaban que él hubiera integrado a su equipo de trabajo a una persona que venía de la Superintendencia de Servicios de Salud. "Fue la excusa que le dieron. Pero no tiene lógica", dijeron y contaron que en sus primeros días de gestión "trabajó en contener la demanda de los prestadores que anunciaban medidas de fuerza". "Es inentendible la decisión porque se estaba trabajando bien", agregaron. De hecho, el funcionario -que tiene trayectoria como asesor técnico en salud de la CGT- venía de trabajar en la SSS durante la gestión de Alberto Fernández y fue convocado por el Gobierno de Milei para la Agencia Nacional de Discapacidad.
Los desplazamientos en la SSS y en la Agencia Nacional de Discapacidad se interpretaron como una reacción contra el paro de la CGT. Sin embargo, con el correr de los días, entre los adversarios del Gobierno crece la hipótesis de que la respuesta está en quiénes están acumulando poder en esas áreas.
La subsecretaría de Trabajo fue otra de las áreas sensibles en las que el Gobierno decidió hacer un cambio. A principios de enero, se conoció que el subsecretario Horacio Pitrau había sido desplazado. Según trascendió, la razón fue su intención "negociadora" con el sindicalismo.
Las diferencias entre la Casa Rosada y la estrategia del área, a cargo de Omar Yasín, comenzaron cuando se supo que había acercamientos con líderes gremiales como Armando Cavalieri. De hecho, la foto entre Sandra Pettovello y el líder sindical y la noticia de que podrían ponerse de acuerdo en temas como las cuotas solidarias enfureció al "ala dura" del Gobierno. Federico Sturzzeneger y -una vez más- Posse, entendían que era momento de ser intransigentes y le pidieron al secretario de Trabajo que alguien se hiciera "responsable".
Pitrau fue quien pagó con su cargo. "Nos habíamos llegado a reunir, a hablar. Pero después de lo de Pitrau nunca más tuvimos interlocutor", aseguró a PERFIL otro líder sindical de peso.
El consultor Eduardo Roust inauguró la tendencia de la fuga. El 16 de diciembre envió un mensaje a los periodistas y les comunicó que "por motivos estrictamente personales" tomaba la decisión de no formar parte del equipo de comunicación de Milei. Argumentó que "el vértigo que tiene el territorio digital requiere de una velocidad informativa sin precedentes" y que el trabajo le resultaba "inhumano".
Para quienes lo conocían desde hace más de veinte años la explicación no fue suficiente. Roust se mueve como pez en el agua en la comunicación política y nadie creyó que, con semejante experiencia, se haya abrumado. Lo que sucedió, cuentan sus allegados, tuvo que ver con diferencias irreconciliables en cómo debe llevarse adelante la comunicación oficial de un gobierno.
Para Roust resultó incomprensible que se decidiera no transmitir la jura de los ministros. En los brevísimos -pero acelerados- días que siguieron no le asignaron despacho ni le permitían tener acceso a las reuniones de Gabinete. En sus conversaciones con empresarios de medios había planteado que la decisión de cortar la pauta era por seis meses, pero luego se enteró que la intención del libertario era hacerlo por un año. La posición final de la nueva gestión sobre los medios públicos fue lo que le dio el impulso para irse.
Apenas cuatro días después dejó su cargo Juan Caruso, que había llegado con Roust a la gestión. Menos de dos semanas después también renunció Belén Stettler, quien -a diferencia de Roust y Caruso- había llegado a ser nombrada como secretaria de Medios.
Roust y Stettler llegaron a tener buen vínculo a pesar de sus distintos orígenes. Él es un histórico consultor del peronismo y amigo íntimo del empresario de medios Víctor Santa María. Ella arribó al gobierno por recomendación de Santiago Caputo con una trayectoria vinculada a lo técnico. "Es bárbara Belén. Pero tenía pánico de hablar con los periodistas y ese es un puesto salvaje", contó alguien que la conoce.