DE TERROR

Río Gallegos: piden 20 años de prisión para la pareja que torturó a dos niños

Se trata del padre de los niños y su pareja, quienes llegaron a hacerles comer excremento y someterlos a un terrible maltrato. En la mañana de este lunes, se escucharon los alegatos y se pidió una pena de 20 años de prisión para ambos.

Redacción Nuevo Día
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En la mañana de este lunes, en la Cámara Oral de Río Gallegos, tuvo continuidad el juicio que afronta una pareja por un brutal maltrato contra dos menores y la fiscalía pidió 20 años de prisión para ambos.

Se trata del padre de los niños y su pareja, quienes la fiscalía, encabezada por la doctora Verónica Zuvic, pidió los 20 años de prisión.

En este juicio, a Roxana V., la pareja del hombre se lo imputa por "lesiones graves con alevosía en concurso real con amenazas y reducción a la servidumbre por las tres víctimas".

En tanto, a David F. se le incluyen los agravantes por "lesiones graves con alevosía en concurso ideal con amenazas y reducción a la servidumbre por las tres víctimas".

En su alegato, la fiscal Zuvic dijo que a los niños "los mataron en vida" y maniestó: "Este caso hizo llorar a todos".

EL CASO

Se trata dlel juicio a un padre y a su pareja por torturar a sus tres hijos -dos varones y una nena de entre 10 y 13 años-, a quienes golpeaban, encerraban y obligaban a comer excremento y vómito.

David F. y Roxana V. (ambos tenían 33 años al momento de los hechos) se sentarán en el banquillo de los acusados frente al tribunal encabezado por el juez Joaquín Cabral. Afrontan penas de entre 8 y 20 años por "lesiones graves calificadas por ensañamiento y alevosía, amenazas y reducción a la servidumbre".

Todo ocurrió en julio de 2021, en un departamento en la zona céntrica de la capital de Santa Cruz, y en el contexto de las medidas de aislamiento ante la pandemia de Covid-19. El caso se destapó cuando los dos varones -de 13 y 10 años- lograron escapar por una ventana del baño y corrieron a la comisaría.

Una vez allí, denunciaron los continuos maltratos: ante los policías, los chicos contaron que eran torturados, que los hacían comer caca y vómito, que los golpeaban con un caño y los tenían encerrados todo el día. El impulso que los había llevado a escaparse de la casa era la rotura de una tablet y, ante esa situación, el riesgo de sufrir un castigo aún mayor.

En diciembre, la jueza Marcela Quintana ordenó la detención de la pareja tras las cámaras Gesell practicadas a los menores y los exámenes médicos que constataron en las víctimas lesiones de larga data y compatibles con torturas.

"Gracias a que esa tablet se rompió y por el miedo a morir, ellos pudieron salvar sus vidas", planteó a TN Jorge Godoy, de la Defensoría Pública Oficial de Niños, Niñas y Adolescentes N°2 de Santa Cruz. "En la época en que ocurrieron estos hechos estábamos en pandemia. Además de estar encerrados, estos chicos no iban a la escuela, que es uno de los detectores principales de la vulneración de los derechos de los niños", situó.

Antes de vivir con el papá y su pareja, los tres hermanos se habían ido de la casa de su mamá biológica "porque el padrastro les pegaba", mencionó Godoy.

Y siguió: "La mamá biológica estaba involucrada en una causa por drogas. Sufrían una situación de extrema vulnerabilidad".

Torturas, deformidades y un pacto suicida

Lo que vino después fue un infierno aún peor. "Los golpeaban a puño cerrado en todo el cuerpo. Les pegaban con un cinturón, con un caño metálico. Los torturaban, les abrían la boca con los dedos y se la estiraban. A mordidas y tirones, la mujer le deformó la oreja al más chico y después le extraía la sangre acumulada con una jeringa", describió Godoy, y fue más allá: "Los chicos llegaron al extremo de hacer un pacto suicida si algo le pasaba a alguno de ellos", revela.

Incluso, el menor de los hermanos, por el terror que le tenía a su madrastra, "empezó a hacerse caca encima y esta mujer lo hacía comerse su propia materia fecal". Una vez, la nena vomitó durante la comida y la detenida "la obligó a comer del plato con el vómito".

A los hermanos también los encerraban en una habitación y allí pasaban casi todo el día. Los hacía limpiar y el mayor "era obligado a prepararle la comida a la mujer y llevársela a la habitación. Los trataba como si fuesen esclavos", detalló el defensor, y agrega: "El padre también participaba de los maltratos".

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